Si
entramos en la página web de la RAE y buscamos el significado de la palabra “eufemismo” encontramos la siguiente
definición: “Manifestación suave o
decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”.
Ciertamente,
leyendo esta definición podemos deducir que para realizar un intercambio
comunicativo en el que queramos expresar nuestras ideas o creencias que, al
mismo tiempo, tenga la virtud de no ofender al receptor o receptores de nuestro
mensaje, hacer uso de eufemismos es algo positivo. Sin embargo, podemos
encontrar que muchas veces la utilización de eufemismos viene marcada por la
intención de hacer uso de la retorica para manipular, mentir o simplemente
confundir.
En
nuestros días, esta utilización del lenguaje es especialmente empleada por la
clase política que intenta buscar nuevas formulas expresivas para no utilizar
aquellas que puedan producir rechazo en los posibles votantes. Por otro lado, mediante el uso de estas
técnicas de discurso pretenden suavizar el impacto de un mensaje negativo.
De esta
manera, podemos observar cómo el actual presidente del gobierno, Mariano
Rajoy, denominó a los recortes
presupuestarios como "reformas estructurales" o a la bajada de los salarios como “devaluación
competitiva de los salarios”.
En la
misma estela estarían las declaraciones de la actual vicepresidenta del
gobierno, Soraya Saenz de Santamaría que para referirse a la subida de
impuestos utilizó la expresión: “recargo temporal de solidaridad”.
Sin
duda la crisis económica y los recortes que se están llevando a cabo en el
ámbito social, están haciendo florecer con profusión los eufemismos utilizados
por los políticos y medios de comunicación. Así, podemos encontrar expresiones
como “severa desaceleración” o el oxímoron “crecimiento
económico negativo”.
Otros ejemplos los encontramos en
la dolorosa situación de los desahucios hipotecarios que pasan a ser
simplemente “activos
adjudicados” o en las declaraciones de la
actual ministra de empleo, Fátima Báñez, que declaró que la triste situación de
los jóvenes españoles, altamente cualificados, que se ven forzados a emigrar en
busca de un empleo es simplemente una “movilidad
exterior”.
Asimismo, podemos leer en los
medios de comunicación cómo Artur Mas calificó "ticket moderador sanitario" a la fórmula por la que ciertas atenciones sanitarias
dejan de ser gratuitas, o a las declaraciones de Luis de Guindos con respecto
al rescate financiero al que señaló como "Préstamo
en condiciones muy favorables" o "apoyo financiero".
Se podría concluir que quizá el
excesivo uso de eufemismos en la clase política puede resultar un insulto a la
inteligencia de todos los ciudadanos que, seguramente, preferirían ser
informados honestamente con la verdad.
Como bien expresa David Crystal en su libro A Little book of
language:
“One
of the most important reasons for finding out about language – and for reading
a book like this one – is to make ourselves aware of the way people often try
to manipulate our thoughts and feelings by the way they speak and write.
They’re trying to persuade us to behave in a certain way, and they do this by
cleverly choosing certain words, sounds, and sentence patterns. We hear
politicians do it, when they make a speech asking us to vote for them. We see advertisers
doing it, when we see a commercial that asks us to buy something. We need to
know what people are up to, so that we’re not fooled. In a word, we have to
understand their rhetoric.”