El
prejuicio lingüístico es una condición humana de larga existencia,
al igual que otros fenómenos como la violencia, la exclusión, el
racismo. Estos prejuicios tienen sus raíces tanto en condiciones
psicológicas y cognitivas como en características del entorno
socio-cultural. Aunque existen distintas y complejas explicaciones al
respecto ninguna ha logrado satisfacer incógnitas y llenar
expectativas que puedan llevar al ser humano a responder preguntas
como: ¿Por qué existen los prejuicios? ¿Cuál es el origen de los
prejuicios lingüísticos? ¿Es importante conocer a profundidad el
tema de los prejuicios lingüísticos? ¿Cómo surgen? ¿Es posible
que dejen de existir estos prejuicios?
Cada país de habla hispana tiene su propia variedad lingüística y cada región, cada pueblo, cada localidad, su propia norma diatópica e incluso, cada individuo tiene su propio idiolecto, lo que le permite imprimir algo de su personalidad al lenguaje.
De esta forma, podemos encontrar cómo
constantemente en los medios de comunicación se cometen prejuicios
lingüísticos, por ejemplo, al actual ministro de educación,
cultura y deporte, José Ignacio Wert, quien afirma que “hay que
erradicar el acento andaluz”. De este modo, el ministro pretende
eliminar una de las
variaciónes diatópicas de nuestra lengua.
Podemos observar otro ejemplo en la
portada del Periódico “La República” donde se hace una doble
discriminación al utilizar la palabra “indio” de forma
peyorativa, tanto para la cultura como para la lengua.
En este último ejemplo, comprobamos
otro caso de discriminación lingüística en nuestro país,
concretamente en Cataluña, donde una alumna recién llegada de
Tenerife, es expulsada de clase por preguntar en castellano, en
lugar de usar el catalán. En Cataluña, ambas lenguas se utilizan
por lo que el hecho de usar el castellano y ser penalizada implica
una infravaloración de una de estas dos lenguas oficiales.
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